El canon y los nuevos inquisidores
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En ¿Controlar Internet?, publicado en El País, dijimos: “Nadie duda de la necesidad de restablecer el equilibrio entre el derecho individual de autor y el derecho colectivo a la cultura, sino del procedimiento elegido, el canon”, que no es mas que un vestigio de los privilegios.
Las Partidas los definían como: “Ley que es dada u otorgada del Rey apartadamente a algún ome para facerle bien e merced”. Este carácter de ley privada hizo que la doctrina moderna haya pensado, siguiendo a Rousseau, que “toda función que se refiere a un objeto individual no pertenece al poder legislativo” y por consiguiente el privilegio es considerado una anomalía, y como tal debió desaparecer, siendo los derechos de autor, hoy en día regulados por la legislación general. Ciertamente el sistema ha funcionado mientras la cultura ha sido objeto de culto de una élite. Pero, cuando empezó a convertirse en un bien de consumo, quebró. Las sucesivas reformas de las leyes de propiedad intelectual han ido blindando los derechos de autor, prorrogándolos en el tiempo. Paralelamente, la tecnología ha hecho asequibles esos bienes al consumo privado de una forma universal.
Para algunos, esto es la muerte de la cultura, pero lo que muere es un modelo de negocio basado en el comercio de los derechos de autor, y no la creatividad. Además, esta crisis no es mas que la punta de un iceberg mucho más profundo. La expresión de un nuevo paradigma que afecta a todos los modelos sociales, políticos y económicos conocidos.
La era digital está aquí, y está generando una redefinición radical del funcionamiento de la sociedad. Ése es el caso del comercio electrónico. Las P2P ya no se aplican únicamente al intercambio de música y cine, sino a todo tipo de bienes, incluido el dinero. Las P2P lendig son un claro ejemplo de sistema de intercambio de dinero sin intermediario. En estas redes el banco somos nosotros, ¿pedirá la banca un canon?
En esta capacidad de intercambio directo y de creación de conocimiento reside la gran innovación de las nuevas tecnologías. Con internet a la cabeza, hacen realidad la frase del Nobel George Bernard Shaw. “Si tú tienes una manzana y yo tengo una manzana e intercambiamos manzanas, entonces tanto tú como yo seguimos teniendo una manzana. Pero si tú tienes una idea, y yo tengo una idea, e intercambiamos ideas, entonces ambos tenemos dos ideas”. Esta filosofía, impracticable hasta ahora, amenaza no sólo a los gestores de los derechos de autor, sino al comercio tradicional e incluso a la política, ya que el ‘representante’ deja de tener sentido cuando la comunicación es directa.
De todas formas, la explosión del comercio electrónico está por llegar. Cuando se produzca, los modelos tradicionales sucumbirán. En la nueva economía, regida por un consumo exacerbado, no cabe hablar de control de medios de producción, sino de control del consumo y del deseo. Pero mientras esto suceda, el viejo paradigma resiste. Y lo hace como lo hizo el Ancien Régime, regulando y prohibiendo, pero ahora, a diferencia de entonces, los cambios son rápidos y profundos y nadie a ciencia cierta sabe a dónde nos dirigimos.
La Inquisición surgió en defensa del ‘poder divino’; detrás vendría el índice de libros prohibidos y la hoguera. Ahora el enemigo no es el libro, ya que ha dejado de ser el soporte del conocimiento, ni las universidades son sus catedrales. Al contrario, digitalizan sus contenidos y el saber está pasando a la red. Por eso “la universalidad de la banda ancha” es la única forma real de garantizar la igualdad en el acceso al conocimiento. En definitiva es la nueva visión del concepto de “educación como derecho universal”.
1.600.000 firmas
El enemigo, como entonces, es aquello que no se puede controlar. Es decir, las redes y las páginas web, y, como entonces, también ahora se pretende imponer filtros de páginas; la prohibición de programas de intercambio; generar nuevos inquisidores para retirar los contenidos fuera de los controles del Estado de derecho como permite la LISSI, retrocediendo de nuevo a la anómala situación de los privilegios. Y por si esto no fuera posible, o, en su refuerzo, se establece el canon compensatorio.
El movimiento, hoy ‘contra el canon’, mañana en defensa de la libertad de expresión y la privacidad, sólo puede entenderse desde esta perspectiva, y no como expresión de un gesto insolidario, del ‘todo gratis’. Al contrario, sus raíces son profundas, lo que explica su crecimiento, integrado por más de 50 colectivos y 1.600.000 firmas recogidas.
Los partidos políticos, varados en las aguas del pasado, son incapaces de ofrecer una interpretación de la realidad, y mucho menos de hacer una predicción. La dialéctica izquierda- derecha ya no funciona, por eso el movimiento contra el canon, expresión de la nueva cibersociedad, no la acepta. No es exclusivista ni partidista. Al contrario, está abierta a los que con honestidad intelectual y curiosidad se adentren en el futuro para hacerlo mejor.
Artículo original en Diagonal