Atrapados por el control 2.0
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La libertad de expresión aumenta gracias a las herramientas digitales, pero también la vigilancia de los contenidos
Google, Yahoo, Microsoft, Facebook, MySpace o Cisco están entre las grandes empresas acusadas reiteradamente de entregar datos de los usuarios de Internet a países censores. Es la paradoja del control 2.0: cuando la libertad de expresión y creación aumenta gracias a las herramientas digitales, el control de los contenidos y la identidad de los usuarios se concentra cada vez más. Están en manos de las grandes compañías que priman el negocio por encima de los derechos.
"Las empresas no pueden traicionar en Internet los principios de libertad de expresión que han permitido el desarrollo fulgurante de la Red y su aprovechamiento por millones de personas que han encontrado una oportunidad de comunicar libremente". Es la postura de Reporteros sin Fronteras (RsF), expresada por su secretario general, Rafael J. Claudín.
La organización registra en su informe de 2007 más de 2.700 blogs y webs censuradas en todo el mundo. 37 blogueros han sido detenidos y otros 21, agredidos. China, Siria, Birmania o Egipto están entre los peores predadores de Internet.
"Las grandes compañías de Internet, a pesar de su imagen moderna y de defensores de la libertad de expresión, no son muy diferentes de la ITT que apoyó el golpe de estado de Chile en 1973: su fin es el lucro y para ello se adaptan a la ley local", explica el abogado especializado en derecho de Internet Carlos Almeida.
Leyes locales
Facebook niega las acusaciones de delatar a Mourtada, pero precisa que cumple las leyes locales "en la creencia de buena fe". Almeida cree que las empresas norteamericanas "deberían cumplir siempre la Constitución de EEUU y negarse a colaborar con gobiernos represores". Claudín recuerda que las empresas deben "asumir las legislaciones locales en tanto no vulneren derechos fundamentales de las personas y de las sociedades, porque si son represoras de esos derechos no son legítimas".
Privacy International denuncia a Google como el peor guardián de la intimidad de sus usuarios por su capacidad de compartir datos y utilizarlos en diferentes servicios. Le siguen Yahoo, Facebook frente a la buena calificación de Wikipedia o Last.fm. Privacy acusa a las grandes de Internet y a las redes sociales de provocar una "hemorragia de la privacidad" y alerta contra la paradoja del control 2.0: "El dominio del mercado por un puñado de empresas empuja la privacidad hacia un mínimo que deja pocas opciones a los usuarios".
Almeida se pregunta porqué la Comunidad Europea "no persigue a estas empresas como ha hecho con Microsoft, pues todas incumplen la directiva europea de protección de datos".
Una ley de libertad global en Internet ha sido propuesta tres veces desde 2006 en el Congreso de EEUU. Insta a las multinacionales a proteger los derechos universales y los reconocidos en la Constitución norteamericana. Los lobbies de esas empresas han bloqueado su aprobación.
En la UE, un eurodiputado holandés propone aplicar barreras comerciales a los países represores. El Parlamento Europeo investiga cómo protegen la privacidad de los usuarios las grandes compañías y si obedecen las garantías legales.
Pero por ahora la única salida de los perseguidos es la presión de la comunidad internacional y demandar a las empresas en los países
donde está su sede.
Bill Gates reconoce que la censura en Internet no funciona. Y lo ha dicho para defender el negocio: "Las restricciones a la libertad de expresión recortarán la actividad y las fuerzas comerciales trabajarán contra la censura". Es hora de un nuevo negocio con el patrimonio de la libertad.
Demandas por la libertad
Dos disidentes chinos demandaron a Yahoo la semana pasada en EEUU tras dos querellas en 2007. El secretario general de RsF explica: "Como el camino en China estaba cerrado para obtener justicia, promovimos presentar denuncias en EEUU y, finalmente, se ha alcanzado un acuerdo extrajudicial por el que la compañía asume el daño".
Almeida cree que "la única defensa para los ciberdisidentes es demandar a las empresas ante la jurisdicción de su sede". Y recuerda que "la legislación de protección de datos en EEUU es inferior a la europea". La otra arma es la presión internacional. "No hay medidas prácticas para proteger a los ciberactivistas", dice Almeida, que añade que "la presión es insuficiente, pero es lo único que tenemos y ha servido para liberar a periodistas y ciberdisidentes en Cuba, Irán o Marruecos".
Mientras, la única defensa es utilizar cibercafés, sistemas encriptados y ‘proxies' para encubrir la identidad.