EL DERECHO A CIFRAR

FRONTERAS ELECTRÓNICAS CRITICA DIVERSAS DECLARACIONES OFICIALES ENRELACIÓN AL USO DE LA CRIPTOGRAFÍA.

18 de diciembre de 1999


Hace unos días el Senado español presentó desde su web las conclusiones a las que ha llegado la Comisión de Redes Informáticas. El texto incluía una "declaración de los derechos del Internauta" que FrEE subscribiría en buena parte, aunque nos habría gustado más definición en algunos de los puntos. De todas formas, lo que más nos sorprendió del texto es la ausencia absoluta de referencias a la cuestión de la criptografía. Aunque Fronteras Electrónicas entregó en su momento a la Comisión un dossier explicativo en relación a la importancia de la criptografía segura para diversos ciberderechos, y aunque nos consta que otros invitados por la Comisión también hablaron largo y tendido sobre el tema, la criptografía no parece tener ninguna función en Internet, vista su nula presencia en la conclusiones.

Y esta ausencia aún es más relevante si se tiene en cuenta que en el texto se habla repetidas de veces de garantizar la seguridad y la privacidad en los medios electrónicos, y es sabido que la criptografía es la única forma sencilla de garantizar completamente nuestra seguridad y nuestra privacidad. Las máquinas se pueden hackear, los teléfonos se pueden pinchar, los funcionarios
pueden ser sobornados, pero la matemática siempre será la misma. Un magnate de los ordenadores  puede poner cientos de millones sobre la mesa, o un dictador amenazar de muerte a toda una población, pero no podrán evitar nunca que dos más
dos sigan siendo cuatro.

La criptografía permite por primera vez en la historia la paridad entre los grandes poderes y el ciudadano de a pie. Sin ella, estaríamos indefensos ante cualquier decisión unilateral de gobiernos, corporaciones o criminales de asaltar nuestra vida privada o estafarnos con nuestros ahorros. Internet es un medio en el que espiar es tan fácil y tentador que las buenas palabras solas no
bastan. No tiene sentido defender la inviolabilidad del correo electrónico si no se ofrece ningún medio para realmente hacerlo inviolable. Recuerda demasiado a aquella frase que se decía durante la Transición de que "En España hay libertad de prensa. Cada uno puede comprar el periódico que quiera".

Finalmente, el silencio del Senado resulta mucho más preocupante cuando otros representantes del gobierno y las instituciones hablan de la criptografía como un peligro, como un freno a la persecución de delincuentes. La triste verdad es que una ley que prohibiera la criptografía fuerte -como se pide desde instancias militares y policiales- no solucionaría nada. Al delincuente
profesional no le preocupa cometer delitos menores, como podría ser un eventual uso de criptografía ilegal, cuando ha decidido atentar contra la vida, la integridad física, la salud pública, el patrimonio o la seguridad nacional. Por otro lado, no parece que el uso de la criptografía frene realmente la detención de los delincuentes, y si lo hiciera, lo hace en un grado mínimo. En ese
sentido se han pronunciado diversas comisiones oficiales de la Unión Europea, sin ir  más lejos. Ciertamente, siempre se puede endurecer más un sistema para poder capturar más delincuentes, pero nunca a costa de comprometer la intimidad de todos. Cuando se trata de decidir entre libertad y seguridad, está claro que la primera ha de prevalecer.

En conclusión, FrEE quiere insistir en que utilizar la criptografía no es un delito, sino todo lo contrario, un derecho básico sin el que hablar de privacidad o seguridad en la Red no tiene sentido. Medios diferentes exigen sistemas éticos diferentes. En el mundo actual uno puede moverse con relativa tranquilidad sabiendo que su intimidad y anonimato están relativamente seguros.
La Red es exactamente lo opuesto. El más pequeño movimiento en el mundo virtual deja huellas electrónicas que cualquiera puede seguir. La criptografía es la única forma sencilla, segura y al alcance de todo el mundo que nos garantiza seguridad y privacidad en la Red. Por eso es tan importante. Por eso es nuestro derecho.
 


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