A mediados de diciembre, Nodo50 sufría un mailbombing de cinco horas (http://altavoz.nodo50.org/ ), a causa de luchas sindicales en Caja de Cantabria. Nodo50 forma parte de la APC (Association for Progressive Communications), la misma red que en el verano del '97 soportó los mailbombings en protesta por la muerte de Miguel Ángel Blanco. Ante este nuevo ataque, hoy como entonces FrEE reafirma que el mailbombing es "una actitud de imposición de censura por la fuerza inaceptable".
La semana pasada, en Cyber Rights & Cyberliberties circuló la noticia de otro mailbombing en el ambiente sindical. Esta vez, la británica Communication Workers Union (CWU) llamaba a sus aproximadamente 28.000 miembros a saturar teléfonos, faxes y buzones electrónicos de la corporación satélite de British Telecom, Critchley Technology Labels. En el web, se publicaban teléfonos y direcciones aunque sin incitaciones explícitas al mailbombing.
El problema del mailbombing es que molesta a personas que nada tienen que ver con la disputa, como en el caso de Nodo50, es un ataque contra la libertad de expresión y un mal uso de la tecnología, que puede dar pie a la imposición de más normas en Internet.
FrEE defiende la opción de la carta protesta, incluso en formato electrónico, pero no hay que confundir esa forma legítima de acción con el envío indiscriminado por una persona de cientos de mensajes con la única intención de provocar daños en un servidor de Internet.